Innovación biotecnológica combate la escasez de agua

La falta de recursos hídricos se ha transformado en una de las mayores amenazas para la producción agrícola. No solo disminuye el rendimiento de los cultivos, sino que eleva los precios y pone en riesgo el abastecimiento de alimentos. Datos de la OMS revelan que alimentar a una persona requiere entre 2.000 y 5.000 litros diarios, una demanda insostenible en un contexto de cambio climático.

Ante este panorama, surgen alternativas innovadoras. Paz Álvarez, directora de Zavia Bio, una empresa argentina que desarrolla biomoléculas para cultivos, explica: "preparamos a las plantas para resistir sequías sin alterar su ADN ni usar agroquímicos. Es como entrenarlas antes de una carrera difícil". Su tecnología busca mitigar el impacto ambiental sin recurrir a modificaciones genéticas.

Según la ONU, para 2050, más de la mitad de la humanidad vivirá en zonas con grave falta de agua. El problema es crítico si se considera que el 70% del líquido disponible se usa en agricultura. Álvarez enfatiza la urgencia de democratizar estas herramientas: "la adaptación climática debe llegar a todos, desde pequeños campesinos hasta corporaciones. Solo así lograremos un sistema justo".

Aunque Zavia Bio prioriza la resistencia a la sequía, su enfoque también podría aplicarse contra plagas y enfermedades. "Estas moléculas son versátiles: protegen de hongos, insectos y otros factores estresantes", añade. No obstante, el proceso de comercialización aún enfrenta obstáculos. La compañía espera lanzar su producto en 2025, tras superar etapas clave de investigación.

El avance de estas soluciones refleja un cambio de paradigma: la ciencia al servicio de una agricultura resiliente. Sin embargo, su éxito dependerá de políticas que garanticen acceso equitativo. En un mundo sediento de respuestas, la innovación biotecnológica se perfila como un rayo de esperanza.

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