Gran parte de la economía rural de Colombia se desploma
Un excedente de producción de hojas de coca, principal fuente de ingresos en varias regiones del país, causa un desplome en la economía rural.
La economía rural de ciertas regiones de Colombia se tambalea. Aunque el fenómeno era inesperado, ya afecta gravemente a unas 400.000 familias cocaleras o vinculadas al negocio en departamentos fronterizos como Nariño, Putumayo o Norte de Santander.
Según datos del departamento del Cauca, en la costa Pacífica, el precio promedio de una arroba (12.5 kilos) de hoja de coca ha caído más del 32% entre 2021 y 2023. Además, en Nariño, el precio de un kilo de pasta base ha pasado de 975 dólares a 240, según estimaciones del centro de pensamiento e investigación International Crisis Group.
Gustavo Petro, el presidente colombiano, relaciona la disminución de las exportaciones de cocaína a Estados Unidos con el aumento de la adicción al fentanilo, un potente opioide que ha causado más muertes que la guerra de Vietnam en el país del norte.
Miles de agricultores se han visto sorprendidos por esta situación y se han visto obligados a cambiar sus cultivos de coca por amapola, ya que el mercado ilegal sigue siendo más rentable.
Uno de los problemas clave fue la sobreoferta entre 2018 y 2021, que llevó a la caída de precios. Además, el aumento de cultivos en otros países como Paraguay, Guatemala, Honduras y México ha agravado la situación, al igual que la aparición de drogas sintéticas.
En este contexto, los agricultores deben enfrentar múltiples adversidades, agravadas por una alta inflación (12,3%), especialmente en el precio de los alimentos. “La única acción y reacción del Gobierno ha sido una resolución de mayo para entregar un subsidio de 2 millones de pesos a las familias del programa de sustitución para ayudarles con lo que se cree que es la crisis alimentaria”, señala Ana María Rueda, investigadora de la Fundación Ideas para la Paz.
Ante la situación, algunas familias campesinas han optado por guardar la mayoría de sus excedentes de coca. En comunidades como Tumaco y Tibú, incluso han realizado trueques de pasta base por comida. Otros cultivadores, impulsados por la presión del narcotráfico, han incursionado en la producción de pasta base utilizando insumos químicos. Estas medidas buscan sobrellevar la tormenta mientras esperan el regreso de viejos compradores que se han esfumado en los últimos años.