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Nucleo Rural
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La agricultura intensiva ha degradado 40% de las tierras agrícolas en el mundo

A pesar de su papel vital en aumentar la producción de alimentos, la agricultura intensiva enfrenta desafíos significativos.

La agricultura intensiva ha degradado 40% de las tierras agrícolas en el mundo
La agricultura intensiva ha degradado 40% de las tierras agrícolas en el mundo

La agricultura intensiva, caracterizada por su uso eficiente de recursos para obtener altos rendimientos, ha sido vital para satisfacer la creciente demanda alimentaria mundial. Sin embargo, también es responsable de que cerca del 40% de las tierras agrícolas del mundo estén degradadas y de la pérdida de 24 mil millones de toneladas de suelo fértil cada año, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Si bien se estima que la agricultura intensiva ha aumentado la producción de alimentos en un 70% desde 1960, lo que ha sido fundamental para abastecer a los más de 7.8 mil millones de habitantes del planeta en la actualidad, el uso excesivo de productos químicos es otra faceta preocupante.

Alrededor del 70% de los pesticidas utilizados no alcanzan su objetivo, contaminando el suelo, el agua y afectando a la biodiversidad. Esta situación se agrava por el uso excesivo de agua en la agricultura intensiva, que representa aproximadamente el 70% del consumo de agua dulce en el mundo.

Además, la pérdida de biodiversidad es una consecuencia directa de la agricultura intensiva. Se estima que el 75% de la diversidad genética de cultivos se ha perdido en el último siglo, debido en gran parte a la adopción de prácticas agrícolas intensivas que favorecen los monocultivos.

Para abordar estos desafíos, es crucial promover prácticas agrícolas más sostenibles. La inversión en técnicas de agricultura de conservación, como la rotación de cultivos y el manejo adecuado del suelo, podría reducir la erosión y mejorar la salud del suelo. Asimismo, fomentar sistemas alimentarios locales y la diversificación de cultivos podría disminuir la dependencia de insumos químicos y mitigar el impacto ambiental.

En última instancia, equilibrar la necesidad de aumentar la producción de alimentos con la preservación de los recursos naturales y la salud humana es fundamental para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de la agricultura intensiva.