
La clave para cereales más nutritivos está en los microorganismos
Los microorganismos del suelo y los fertilizantes sostenibles están transformando la agricultura, mejorando la calidad de los cereales y reduciendo el impacto ambiental.

En la agroindustria, los cereales son la base de la alimentación mundial, presentes en productos como el pan, la pasta y las galletas. Sin embargo, lo que muchos ignoran es que su calidad y sostenibilidad dependen de un complejo equilibrio bajo la superficie: la interacción entre los microorganismos del suelo y los fertilizantes. Este vínculo puede determinar no solo la productividad de los cultivos, sino también la salud del ecosistema.
Los fertilizantes han sido fundamentales para aumentar el rendimiento de los cereales y satisfacer la demanda alimentaria global. No obstante, su uso excesivo ha generado problemas ambientales, como la contaminación del agua, la emisión de gases de efecto invernadero y la degradación del suelo. Ante este panorama, la ciencia busca alternativas que combinen la eficacia de los fertilizantes con prácticas más ecológicas, y aquí es donde los microorganismos del suelo cobran protagonismo.
Bacterias como Rhizobium y Azospirillum, junto con hongos micorrícicos, realizan funciones esenciales para la agricultura. Estos microbios capturan nitrógeno del aire, lo transforman en nutrientes para las plantas y crean redes subterráneas que mejoran la absorción de agua y minerales. Además, fortalecen los cultivos frente a sequías y enfermedades, reduciendo la dependencia de fertilizantes químicos.
En el Instituto de Biodiversidad y Medioambiente BIOMA de la Universidad de Navarra, se investiga cómo combinar fertilizantes de nueva generación con microorganismos endófitos para maximizar beneficios. Estos biofertilizantes no solo mejoran la absorción de nutrientes y la resistencia al estrés hídrico, sino que también reducen el impacto ambiental. Este enfoque promete una agricultura más eficiente y sostenible.
El futuro de los cereales depende de una integración inteligente entre fertilizantes y microorganismos. Esta sinergia podría aumentar la eficiencia en el uso de nutrientes, mejorar la calidad del grano y reducir la contaminación. Además, fortalecería los cultivos frente al cambio climático. La ciencia avanza hacia una revolución agrícola que beneficie tanto a los productores como al planeta, pero es crucial promover estas innovaciones entre agricultores, empresas y políticos para lograr un impacto real.