Científicos descubren que un insecto podría revolucionar la agricultura moderna
El gusano de la harina no solo es fuente de proteínas, sino que su excremento, conocido como frass, se posiciona como un fertilizante innovador en la agricultura.
La inclusión de insectos en la alimentación humana ya no es una idea tan exótica, y además, su impacto se extiende más allá de la gastronomía. Para 2030, se prevé que el mercado de insectos comestibles supere los 3,000 millones de dólares en Europa. El gusano de la harina, larva del Tenebrio molitor, ha despertado un gran interés no solo por su valor nutricional, sino también por su potencial en la agricultura a través de sus excrementos, conocidos como "frass".
El frass, compuesto por excrementos, restos de comida y fragmentos de exoesqueleto, es rico en macronutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y potasio, lo que lo convierte en un fertilizante efectivo. Este subproducto presenta propiedades prometedoras para el desarrollo de fertilizantes orgánicos. Además, contiene micronutrientes como hierro y zinc, y su bajo contenido de humedad lo hace fácil de almacenar. No solo es eficaz para el crecimiento de plantas, sino que también mejora la microbiota del suelo al estimular la actividad microbiana, lo que favorece la descomposición de la materia orgánica.
A pesar de su gran potencial, el uso del frass requiere investigación adicional en torno a los procesos de producción y tratamientos de higienización que permitan preservar sus microorganismos beneficiosos. Sin embargo, este "excremento excelente" se perfila como una solución innovadora para mejorar la fertilidad del suelo, promoviendo una agricultura más eficiente y resiliente ante el cambio climático.
El gusano de la harina no solo revoluciona el campo de la alimentación alternativa, sino también el de la agricultura sostenible. Sus excrementos ofrecen una alternativa ecológica y eficiente a los fertilizantes convencionales, lo que podría cambiar la forma en que cultivamos en el futuro.