¿Qué sucederá en el futuro a la agricultura global?
La edad promedio de las personas que trabajan en esta actividad es de 55 y 56 años.
La producción agroalimentaria sostenible depende de un tesoro valioso y accesible: el conocimiento. Una realidad creciente es el hecho de que las generaciones más jóvenes se ven en la necesidad de migrar de sus pueblos y muestran poco o nulo interés por aprender el oficio del campo.
Un dato sorprendente que ha pasado inadvertido en los últimos años, y hoy día es revelado por instituciones públicas y privadas, es la edad promedio de los trabajadores del campo, que oscila entre los 55 y 56 años. La juventud se aleja de esta labor debido a la migración hacia ciudades grandes o países extranjeros, donde encuentran atractivas oportunidades para personas de unos 25 años.
Enfrentar los desafíos globales en el ámbito agropecuario requiere de un primer paso crucial: acercar información relevante a diversos públicos para que conozcan, comprendan y valoren esta actividad.
En regiones como África Subsahariana, Jalisco, el sur de Brasil o Panamá, es imprescindible dotar a la agricultura de mejores oportunidades, tanto para los suelos como para quienes trabajan la tierra. Si la juventud continúa migrando y los actuales productores, con una edad promedio de 56 años, dejan la actividad en unos 5 años, surge la incógnita de quiénes serán los encargados de cosechar trigo, maíz, frijoles, berries, aguacates, mangos y demás productos en 2035.
Es evidente que se necesita otorgar mayores espacios de análisis a través de la comunicación institucional, el periodismo especializado y las consultorías para abordar este tema crucial. Lamentablemente, estos espacios escasean, posiblemente debido a la falta de una base sólida que trascienda la inmediatez y comprenda el potencial de la prospectiva en beneficio del mundo y las comunidades.
Hoy, las preguntas sobre el futuro de la agricultura en el mundo son ignoradas o incluso evitadas, ya que sus respuestas no están vinculadas al presente y quedan sujetas a un futuro desconocido.
Nadie puede asegurar con certeza cómo las generaciones venideras, con un conocimiento a medio camino y un revisionismo caprichoso, garantizarán el abastecimiento de maíz, trigo, arroz o proteína animal. Es imperativo tomar medidas para salvaguardar la seguridad alimentaria y promover la continuidad de la producción agropecuaria de manera sostenible, involucrando a todas las generaciones en este desafío que nos concierne a todos.